03 Apr 2021

Pedagogía Torrent

watch_later Tiempo de lectura ~7 minutos

Un montón de libros abiertos, cubiertos de marcas y anotaciones, inundan una mesa. Frente a ella, bajo la tenue luz de un candelabro, un rostro concentrado, sutil y silencioso, recorre con rigor las páginas y piensa. En ese par de ojos que leen, conviven el cansancio de dos décadas de lectura erudita y el brillo romántico de la sed de genialidad. El resto de la habitación es oscura y opaca, el pensar es silencioso. Llegará el eureka, a su debido tiempo, despedirá al sigilo, y la humanidad toda podrá nutrirse de las sabias conclusiones de veinte años de estudio.

Ya nadie estudia así, ni en la filosofía ni en otras disciplinas académicas. La erudición romántica dio paso a la dinámica de producción especializada. Se estudia en una institución, durante un lustro, una carrera de grado. Después, tras un proceso de filtrado de intereses, se dedica otro lustro a coronarse con el rótulo de especialista en algún recoveco del conocimiento humano. Es entonces cuando se consolida la potestad de enseñar lo que se hace, de elegir un programa de estudios acorde a la propia idiosincrasia, de traducir aprendizaje y formación personal en pedagogía activa y libre. La pedagogía romántica se diferencia de la académica en dos puntos: la formación autodidacta se institucionaliza, y el pensar silencioso se transforma en colaboración especialista. Se preserva, sin embargo, la diferenciación entre una etapa de formación personal, en la que principalmente se aprende, en la que la persona que estudia es el eslabón final de la cadena en la que fluyen los conocimientos, y u na etapa de enseñanza formada, en la que se adquiere el derecho a ser un eslabón intermedio que enseñe lo aprendido a su manera.

En 2001, aplicado a las redes de transmisión de información, apareció un protocolo de comunicación llamado BitTorrent para solucionar un problema análogo en su dominio de aplicación.

El modo tradicional de compartir un archivo en internet era el siguiente: existía un servidor, que poseía el archivo completo, y una serie de clientes que se comunicaban con él para descargarlo. El servidor enviaba partes de dicho archivo a cada uno de los clientes (tomándose el tiempo de llevar a cabo cada transmisión), y los clientes eran receptores pasivos del archivo hasta finalizar la descarga. Eventualmente, los clientes que hubieran descargado el archivo completo y que así lo desearan podrían transformarse también en servidores y volver a compartir el archivo. Este proceso, de dos etapas, y análogo a la pedagogía tradicional, tenía un problema fundamental. Había, en el servidor, un cuello de botella que limitaba la transmisión. Dado que el servidor debía transmitir el archivo a cada uno de los clientes, su capacidad para compartir el archivo estaba limitada por la cantidad de clientes a quienes podía compartirlo en paralelo.

BitTorrent solucionaba el problema haciendo la siguiente observación. La relación servidor-cliente desestimaba el hecho de que una vez obtenida una parte del archivo, ya podía compartirse a otros clientes que la desearan obtener. De esta manera, si en lugar de hacer una distinción tan tajante entre servidores y clientes, se aprovechaba la capacidad de transmitir la información ya obtenida incluso antes de haber adquirido el archivo completo, el cuello de botella desaparecía. La relación servidor-cliente, surgida de roles dados por la división en dos etapas (análogas a las de la oposición estudiante-especialista), daba lugar a una red de pares, descentralizada, en la que desaparecían los cuellos de botella, cada quien compartía directamente lo incorporado, y la comunicación se hacía más prolífica y eficiente.

Pensar el valor de una pedagogía Torrent tiene dos etapas. Torrent soluciona un problema análogo al del paradigma especialista de la enseñanza. Sin embargo, no aprendemos como tabulas rasas copiando tiras de bits, nuestro aprendizaje no es meramente reproductivo, aprendemos incorporando nuevos conocimientos a la red conceptual que ya teníamos. El valor de incorporar una pedagogía Torrent se da en las similitudes entre el dominio de la pedagogía y el de la transmisión de datos, pero también, en gran medida, se da en sus diferencias.

En cuanto a las similitudes, es útil al pensar el conocimiento como valor que se adquiere y comparte. La red de pares, promoviendo la enseñanza durante el propio proceso de aprendizaje, rompe con ese individualismo del estudio como mera formación personal a la espera de adquirir el dominio total sobre algún área de conocimiento. Hoy en día esa postergación es problemática. Es mucho más rápido el desarrollo y la difusión en los usos de nuevas tecnologías (y de todas las dinámicas sociales que eso conlleva).

El desarrollo técnico y la difusión del uso de nuevas tecnologías en nuestra sociedad son procesos mucho más rápidos que la difusión de herramientas filosóficas y humanísticas para pensar cómo estos median y construyen nuestras vidas, y por consiguiente, más rápidos que nuestras herramientas humanísticas para intervenir sobre dichos desarrollos y decidir democráticamente cómo lograr que estos sirvan al desarrollo democrático, justo y libre de nuestra sociedad. No podemos permitirnos cuellos de botella que ralenticen la comunicación de perspectivas útiles y nuevas.

El valor de las diferencias marca un quiebre. A fin de cuentas, el protocolo BitTorrent simula, de manera colaborativa, entre pares y descentralizada, el modo tradicional y reproductivo de compartir un archivo. El resultado final es el mismo (obtenido más rápidamente y en relación de pares) al de haber tenido una fuente con el archivo terminado y que se compartiera a partir de descargas entre un servidor y sus clientes.

Al llevar a cabo una pedagogía Torrent no podríamos simular a la perfección la pedagogía especialista, porque aprendemos de manera constructiva, no meramente reproductiva. Por suerte, tampoco querríamos hacerlo. Los conocimientos, a fin de cuenta, no son social ni políticamente neutros, sino que en muchos casos responden a intereses o perspectivas que signan su entorno de desarrollo. En el caso de las perspectivas filosóficas respecto de las nuevas tecnologías y de los desarrollos científicos y tecnológicos de los últimos años, las principales fuentes de emisión de conocimientos consisten en grupos relativamente acríticos del statu quo, financiados en parte por el departamento de defensa de los Estados Unidos y por las corporaciones que concentran la gran mayoría del poderío técnico de nuestra era. En este marco, la suerte de “teléfono descompuesto” que se incorpora en la aplicación de un modo de pedagogía Torrent es su mamente bienvenido. En oposición al paradigma especialista, los sucesivos pasos de reapropiación, diálogo y enseñanza conjunta hacen compatibles los procesos de rápida divulgación de herramientas teóricas nuevas y poderosas con la construcción de un saber popular, situado y contrahegemónico. Una pedagogía Torrent, precisamente por nuestra incapacidad de reproducir de manera fiel exactamente lo dicho, es un modo de estudiar, desarrollar y de aprender que aúna la tradición pedagógica latinoamericana y popular con la valoración del poderío técnico de las novedosas herramientas que surgen de centros de desarrollo afines al establishment. La concomitancia de la divulgación de los desarrollos de vanguardia con la perspectiva política antihegemónica y popular, así como con una forma de pedagogía de la liberación, son clave para intervenir políticamente en pos de un mundo nuevo.

Cómo estudiar de esta manera:

  1. Nunca sólo aprender. Sólo dedicarse a la formación personal es más ineficiente que ir haciendo con / enseñando lo aprendido.
  2. Cuando aprendamos, anotemos. Y anotemos con oraciones completas. Un resumen que sólo entendamos nosotrxs tampoco sirve.
  3. No sólo mostrar nuestras conclusiones, sino también guías de las líneas que no exploramos, las ideas inconclusas, las hipótesis, etc.
  4. Nunca sólo resumir. Anotar también (quizás en otro formato) las ideas que vayan surgiendo. Así como se olvida lo leído con el tiempo, también se olvidan las reflexiones y las críticas. Lo que no comunicamos sólo nos sirve a nosotrxs. Además, a veces el hecho de anotar una idea lleva a anotar otra, y nos podemos encontrar con que una tarde de lectura se transforma fácilmente en una tarde de creatividad.
  5. Cuando trabajamos con una comunidad más cercana, pensar el valor diferencial de lo leído para dicha comunidad. En contextos de trabajo interdisciplinario, muchas veces ayudan las traducciones / reconstrucciones desde el marco teórico que se está utilizando. Cuando la comunidad está orientada a trabajar algún problema particular, es muy fructífero compartir, junto a lo leído explícitamente, las propias ideas de cómo y por qué esto puede ser útil. Dar bienvenida al debate.
  6. Los desarrollos más innovadores y “de vanguardia” son los que más se prestan a estos modos de pedagogía. Hay nuevas herramientas en computación social, en el estudio de sistemas complejos, y en teorías filosóficas orientadas al desarrollo tecnológico que se forman y difunden desde instituciones centrales de conocimiento hegemónico. Debemos estudiarlos y compartir estos conocimientos para no quedar en desventaja, para quebrar asimetrías. Por supuesto que, a su vez, debemos leerlos desde una perspectiva crítica y situada, de manera que los conocimientos que adoptemos y compartamos sirvan a los intereses de la periferia y del campo popular (cuando muy probablemente lo que nos llega en los libros tenga una intención diametralmente opuesta).
  7. Modularizar, en la enseñanza y en el aprendizaje. Un resumen tan largo como un libro es lo mismo que un no-resumen. Si tenemos que leer un libro entero para saber si nos va a servir, formarse es una lotería. Hoy existe más conocimiento publicado que lo que podríamos leer en muchas vidas. Cuando el primer acercamiento a una pieza de conocimiento pretende comunicar de lleno todos los recovecos y detalles de la misma, hay un error en la enseñanza, una obsolescencia. Empezar aprendiendo y enseñando conceptos en abstracto es reconocer el enorme terreno de los conocimientos humanos y saber dónde profundizar en los momentos en que sea preciso.

Esta nota describe, de alguna manera, el modo de encarar los conocimientos que tenemos en Filosofía del Futuro.
En 2018 hicimos una picardía. En 2017, después de haber charlado de una serie de intereses comunes en temas filosóficos y técnicos, y por la escasa visibilidad de los mismos en nuestras carreras universitarias, decidimos comenzar a estudiarlos por nuestra cuenta. Uno de los temas que nos interesaba era la Filosofía de la Inteligencia Artificial. Sabíamos poco y nada del tema. Habíamos leído algunos libros (distintas personas habían leído libros diferentes), pero compartíamos una certeza: era importante empezar a estudiar esos temas rigurosamente.
Al año siguiente, nos propusimos compartir nuestro interés y aprendizaje, por lo que presentamos un curso de extensión en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Armamos un programa que casi no seguimos. Después, diseñamos cada clase sobre la marcha, siguiendo los intereses de lxs estudiantes, y terminando de aprender cada uno de los temas los días anteriores del dictado del curso. Fue un semestre en que no aprendimos nada sobre inteligencia artificial que no comunicáramos. Más que un curso tradicional, era un grupo de estudio abierto y transparente que se mostraba en una clase de la Facultad.
Hasta donde sabemos, fue el primer curso de filosofía de la inteligencia artificial que se dictó en nuestra facultad. Y pese a que el detrás de escenas podrá parecer irregular (por lo menos para los estándares tradicionales), el curso tuvo una excelente recepción.
Había interés por parte de lxs estudiantes, era un tema nuevo y de alto impacto. Hubo críticas, debates y conclusiones prácticas que se gestaron en las propias clases. Estábamos apasionadxs por los temas que tratábamos. Sin duda alguna, eso hace mejores a las clases. Pero lo más importante es lo siguiente: era un curso introductorio, el conocimiento introductorio lo teníamos.
Desde la pedagogía académica tradicional, ese curso jamás habría podido existir. Eso habría sido una lástima para las personas que pudieron asistir y contribuir en los debates, pero también para nosotrxs, que vivimos el curso como un proceso de aprendizaje.
Dos años más tarde, y luego de la experiencia adquirida en 2018, dimos una nueva edición del curso en formato virtual. Esta vez, pudimos aprovechar la estructura que habíamos armado para preparar las clases con mayor detalle y mayor anticipación. Además, esto nos permitió contactarnos con especialistas de las distintas áreas que el curso abarcaba para que se sumaran a las clases y contribuyeron a la red de conocimiento que se fue formando.
Para nosotrxs, este proceso todavía está lejos de terminar. Cada nueva edición nos pone en contacto con nuevos textos, nuevos temas, nuevas inquietudes surgidas del debate y tantas otras facetas que surgen de la iteración del proceso de aprendizaje.

Escrito por: Juan Fernández Zaragoza

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